Cotorra coroniazul: un tesoro en peligro en los páramos colombianos

NOMBRE CIENTÍFICO:
Hapalopsittaca fuertesi
DESCRIPCIÓN FÍSICA:
Mide alrededor de 23–24 cm y pesa aproximadamente 124 g.
Plumaje predominantemente verde oliva, con una corona azul, hombros rojos y alas con tonos índigo, rojos y verdes. La cola presenta rojo y azul.
DISTRIBUCIÓN Y HÁBITAT:
Endémica de la vertiente occidental de la Cordillera Central de Colombia, en departamentos como Quindío, Risaralda y Tolima.
Habita bosque nuboso maduro y páramo, entre 2600 y 3800 m, con preferencia entre los 2900 y 3150 m.
POBLACIÓN Y ESTATUS DE CONSERVACIÓN:
Se creía extinta desde 1911 hasta su redescubrimiento en 2002
Una estimación reciente indica 230–300 individuos maduros, con tendencia poblacional creciente gracias a esfuerzos de conservación.
Hasta 2021 fue catalogada como "Críticamente en Peligro", pero actualmente está considerada como En Peligro (Endangered) por la IUCN.
COMPORTAMIENTO Y ECOLOGÍA:
Se observan en grupos de entre 7 y 20 individuos.
Su alimentación incluye principalmente bayas de muérdago y frutos de árboles como Podocarpus y bromeliáceas, además de semillas de cardo y cerezo de monte.
Se reproduce en cavidades arbóreas; la hembra incuba de 25 a 27 días y ambos progenitores cuidan a los polluelos, que se independizan a los 53 días.
CONSERVACIÓN ACTIVA:
La Fundación ProAves ha establecido varias reservas privadas clave: como la Reserva Loro Coroniazul (aproximadamente 600 hectáreas) en Génova, Quindío, y la Reserva Giles-Fuertesi en Cajamarca, Tolima, cubriendo más del 50% de la población.
Se instalaron más de 200 nidos artificiales, logrando incorporar alrededor de 100 nuevos individuos a la población.
Los principales peligros incluyen pérdida de hábitat por ganadería, tala selectiva, y escasez de árboles maduros adecuados para anidar.
Se han establecido corredores de conservación en varias localidades, como en los nevados y reservas andinas, con monitoreo continuo y trabajo comunitario.