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Cotorra coroniazul: un tesoro en peligro en los páramos colombianos

Publicado el 07 de septiembre de 2025 por Robert Ospina Sánchez
Cotorra coroniazul: un tesoro en peligro en los páramos colombianos

NOMBRE CIENTÍFICO:   
Hapalopsittaca fuertesi

 

DESCRIPCIÓN FÍSICA:   
Mide alrededor de 23–24 cm y pesa aproximadamente 124 g.   
Plumaje predominantemente verde oliva, con una corona azul, hombros rojos y alas con tonos índigo, rojos y verdes. La cola presenta rojo y azul.

 

DISTRIBUCIÓN Y HÁBITAT:   
Endémica de la vertiente occidental de la Cordillera Central de Colombia, en departamentos como Quindío, Risaralda y Tolima.   
Habita bosque nuboso maduro y páramo, entre 2600 y 3800 m, con preferencia entre los 2900 y 3150 m.

 

POBLACIÓN Y ESTATUS DE CONSERVACIÓN:   
Se creía extinta desde 1911 hasta su redescubrimiento en 2002    
Una estimación reciente indica 230–300 individuos maduros, con tendencia poblacional creciente gracias a esfuerzos de conservación.   
Hasta 2021 fue catalogada como "Críticamente en Peligro", pero actualmente está considerada como En Peligro (Endangered) por la IUCN.

 

COMPORTAMIENTO Y ECOLOGÍA:   
Se observan en grupos de entre 7 y 20 individuos. 
Su alimentación incluye principalmente bayas de muérdago y frutos de árboles como Podocarpus y bromeliáceas, además de semillas de cardo y cerezo de monte. 
Se reproduce en cavidades arbóreas; la hembra incuba de 25 a 27 días y ambos progenitores cuidan a los polluelos, que se independizan a los 53 días.

 

CONSERVACIÓN ACTIVA:   
La Fundación ProAves ha establecido varias reservas privadas clave: como la Reserva Loro Coroniazul (aproximadamente 600 hectáreas) en Génova, Quindío, y la Reserva Giles-Fuertesi en Cajamarca, Tolima, cubriendo más del 50% de la población. 
Se instalaron más de 200 nidos artificiales, logrando incorporar alrededor de 100 nuevos individuos a la población. 
Los principales peligros incluyen pérdida de hábitat por ganadería, tala selectiva, y escasez de árboles maduros adecuados para anidar. 
Se han establecido corredores de conservación en varias localidades, como en los nevados y reservas andinas, con monitoreo continuo y trabajo comunitario.

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